Época: Edad Moderna
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Escolástica Campo Martín (1841 - 1909)

(C) Matilde Chaves de Tobar



Comentario

Una larga y penosa enfermedad que resistió y aceptó con resignación y asombrosa paciencia hasta su último suspiro, fue ejemplo de templanza y fuerza de espíritu, para su Comunidad; nos relatan las Crónicas, que ya nada le tomaba por sorpresa.


"(...) vivía por encima de las cosas de este mundo y se notaba palpablemente en ella, que su unión con Dios era cada día más íntima." (106)



Sabias palabras leemos en el manuscrito de su fallecimiento que encontramos en los anexos de su vida, que dice:



"(...)su vida merece todo elogio; desplegó durante los 15 años de Prelacía el más delicado celo e interés por la prosperidad temporal y espiritual de la Comunidad, no perdonando trabajo fatigas y desvelos para conservar y hermosear el edificio, todo con el santo fin de atraer nuevas esposas que habitasen en la casa de Dios, su vida ejemplarísima y su muerte preciosa y envidiable, el Señor había remunerado las heroicas virtudes de la que fue modelo de Preladas norma y dechado de monjas Benedictinas; amante del sacrificio del deber perseverando hasta el fin." (107)



Nos develan el gran aprecio que la Comunidad tuvo por su Prelada, a quien respetaron y consideraron "modelo" en todas las acciones que emprendió a favor de su Monasterio, ya fuese en los asuntos materiales, como en los espirituales y muy especialmente, los musicales. Todos los esfuerzos por ella realizados para mejorar la vida conventual, se vieron recompensados en la respuesta de sus religiosas y en la de las personas a quienes acudió en momentos difíciles.



Inmediatamente a su muerte acaecida el 18 de enero del 1909, la Comunidad hizo la Elección de la nueva Prelada y esta responsabilidad recayó en la monja Dña. Dolores Quintana.



Habiendo sufrido varias dolencias a lo largo de su vida, esta última fue muy penosa puesto que se trataba de una pulmonía doble, para la que se emplearon curas muy dolorosas, a punta de sangrías, se le puso el pecho y la espalda en carne viva, los médicos que la atendían pusieron todo los medios a su alcance para salvarle la vida, infructuosamente;



"(...) la ciencia médica agotó todos los recursos para salvar tan preciosa vida, pero todo fue en vano." (108)



Sabios consejos dio a las religiosas en su lecho de muerte, haciéndoles hincapié en el amor que se debían unas a otras, haciendo claridad en los recursos económicos necesarios que dejaba para cubrir las necesidades del monasterio, una economía saneada y en la lectura constante del libro Kempis (La imitación de Cristo). Nos describen las Crónicas que su aliento se fue extinguiendo hasta entregar su espíritu a Dios. Honda huella dejó Dña. Escolástica Campo Martín, en la Comunidad, por su entrega a los demás, por su desempeño musical, por su tesón para conseguir en ocasiones hasta lo imposible para el bienestar de "sus hijas", por el alto grado nivel de vida que alcanzó el Monasterio bajo su mandato y porque fue modelo de virtudes y prototipo de mujer con un temple excepcional, aún para la época en que vivió.